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Archive for the ‘Entrevista’ Category

Hoy, fiesta litúrgica de la Presentación del Señor, la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada, instituida por el Beato Juan Pablo II en 1997. Presentamos una entrevista que L’Osservatore Romano ha realizado al cardenal electo Joao Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

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¿De qué modo esta Jornada, instituida quince años atrás, es un estímulo para los religiosos y las religiosas?

 

Es algo muy bello tener una Jornada en la que la Iglesia pone la atención sobre esta vocación tan especial en el pueblo de Dios. En la vida consagrada, en la experiencia de los eremitas y de los monjes, en los diversos institutos y en las sociedades de vida apostólica, encontramos una respuesta muy particular a la llamada del Señor. Esta vocación siempre ha tenido una gran importancia en la Iglesia, sobre todo porque anuncia valores que están ya presentes, pero que son también futuros, como el celibato y la virginidad. En este sentido, entonces, estoy muy contento de ver que continúa esta tradición de celebrar la Jornada en el día en que se recuerda a la Virgen que presenta a Jesús en el templo. Esto es muy bello, porque la Virgen es la síntesis de todas las vocaciones.

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Frente a la reducción del número de consagrados y consagradas, hay una tendencia a responder con una mayor calidad evangélica. ¿Es la respuesta adecuada a la crisis de vocaciones?

 

Pienso que es una de las direcciones muy preciosas. Ciertamente, la reducción del número de los consagrados y consagradas es un fenómeno típicamente europeo, donde hay una acentuación mayor. Lo encontramos también en los Estados Unidos, en Canadá y en Australia, y un poco en América Latina, donde se verifica en parte esta caída. Recientemente hemos recibido un informe de los obispos de Francia que nos ha hecho sufrir un poco. En diez años, las religiosas en Francia han pasado de 36.000 a 6.000. Seguramente, es un fenómeno que hay que observar más de cerca. Hemos también oído de los obispos de Australia que casi ya no se percibe la presencia y la importancia de los religiosos. Hemos dialogado con ellos sobre esto porque nos parecía que era necesario, por el contrario, mayor atención. Hay naciones, en cambio, donde hay un crecimiento enorme. Pienso en la India, en Corea, y en otros países del Oriente, en los cuales el número de los consagrados está en aumento. También en África hay muchísimas vocaciones, que deben ser bien analizadas para comprender sus motivaciones profundas. Notamos luego que en los lugares donde hay una mayor calidad de vida evangélica, precisamente allí comienza una nueva sensibilidad. Los jóvenes creen en esta relación más profunda con el Señor.

 

Me parece – es una constatación personal – que una de las cuestiones fundamentales es que las relaciones interpersonales no estén enfermas. No sabemos relacionarnos, ni como autoridad y obediencia, ni como fraternidad. Todo esto provoca un mal muy grande, porque esta soledad, que en el mundo es individualismo, en la comunidad puede convertirse en angustia y no resuelve el problema interior. No por casualidad muchos consagrados y consagradas salen de los institutos no porque no sientan la vocación sino porque no se sienten ya felices en la comunidad. Es un fenómeno que reclama atención, porque en cierto sentido es un poco nuevo, estando vinculado a la globalización y a la búsqueda de la felicidad humana. ¿Y por qué sale fuera? Porque la mayor calidad evangélica debe ir de la mano con la atención a este nuevo momento de la historia humana.

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¿Es todavía importante la formación para convertirse en religiosos y religiosas creíbles en el mundo globalizado?

 

Éste es uno de los puntos más importantes. Las congregaciones y las órdenes que se interesan por tener formadores bien formados e invierten energías en este ámbito están llevando adelante un trabajo que da muchos frutos. Es necesario prestar atención, sin embargo, a que no sea una formación sólo disciplinar e intelectual, aunque necesaria, sino que sea dirigida sobre el modelo de los discípulos y las discípulas de Jesús. Éste es el punto crítico, porque ser discípulo es un camino de conversión y debe durar toda la vida. Falta también en los formadores la capacidad de ser cuerpo: no porque no se sientan identificados sino porque en lo concreto de la vida hay a menudo una focalización sobre la propia persona y sobre las propias ideas. Se debería, en cambio, partir de algo que es común, del Evangelio. Se debe adecuar la formación al Evangelio. No se trata principalmente de favorecer virtudes que me impulsen a ser capaz de dominar mi voluntad, sino de entregarme al Señor y dejarme guiar por Él, para que creamos en su amor.

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¿Qué distingue el compromiso de tantos consagrados del que tienen los voluntarios de organizaciones con fines humanitarios, que se dedican a los más pobres entre los pobres, sobre todo en zonas de guerra y de peligro?

 

Hoy nosotros debemos tener una conciencia de los valores de los hombres y de las mujeres en las diversas partes del mundo de modo que, si coinciden con los nuestros, podamos trabajar juntos. No se trata de minimizar el compromiso de los voluntarios inspirados en fines humanitarios, que desarrollan un trabajo grandísimo. La diferencia es que nosotros añadimos una dimensión decisiva, que es la de la fe. Nosotros no trabajamos solamente con fines humanitarios. Está también esto, pero el punto que define realmente nuestra intervención es la fe. ¿A quién sirvo yo? Sirvo a Cristo en el otro. Establezco una relación con Dios en los demás. Esto es algo distinto: da el sello a aquello que el hombre y la mujer de fe pueden donar a los otros.

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La vida de pobreza evangélica de los consagrados, ¿es recibida con suficiente claridad como contribución para superar en la sociedad un estilo de vida consumista?

 

Muchas veces esta pobreza voluntaria se manifiesta en la persona. Se nota que individualmente los religiosos no poseen nada, sin embargo, la institución no da siempre el mismo testimonio. No es que estemos contra los bienes o digamos que la Iglesia no pueda tener todo aquello de lo que tiene necesidad. Pero la pregunta es otra: ¿por qué no circulan? Pongamos, por ejemplo, el caso de una congregación que tenga en el banco una suma consistente, en vista de una mayor seguridad para la vejez de sus miembros. ¿Es esta la finalidad? ¿Aquel dinero no podría servir para otro instituto? ¿Para una parte de la Iglesia que sufra necesidad? ¿Por qué no podemos decir que ponemos nuestros bienes a disposición de tantos otros? Notamos que no siempre está esta sensibilidad o esta disponibilidad a hacer circular los bienes. Y esto, en cambio, ayudaría mucho y podríamos socorrer situaciones muy difíciles, volviéndonos también más libres de todo aquello que tenemos.

 

A veces tengo la impresión de que falta un sentido profundo de la Providencia de Dios. Hemos entrado un poco en una óptica consumista. Constato también a veces divisiones a causa de los bienes y esto indica que el espíritu no es correcto. Hay una figura nueva que está tomando forma en Australia, en Canadá y en los Estados Unidos de América, donde muchos religiosos se están organizando en “corporaciones”. Se trata de una entidad nueva, que reúne a miembros de diversas órdenes u obras del mismo orden para una mayor seguridad, eficacia y economía. Como Congregación, estamos siguiendo esta realidad, pero todavía no sabemos bien cómo evolucionará, porque es algo nuevo.

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El envejecimiento – sobre todo en Occidente – de religiosas y religiosos plantea problemas de perspectiva. ¿De qué modo se están afrontando? (mais…)

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Mons. Nicola Bux, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y experto en ecumenismo, ha concedido esta entrevista en la cual, partiendo de la Semana de oración por la unidad de los cristianos, hace referencia a las concepciones erróneas del ecumenismo y al peligro que representa para la unidad de la Iglesia un equivocado sobredimensionamiento de las conferencias episcopales.

 

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Don Bux, ¿cuál es el valor de esta Semana de oración por la unidad de los cristianos?

 

Sirve, sobre todo, para aprender que la unidad no viene desde abajo sino desde lo alto. Después del primer impulso conciliar, que poco a poco se fue atenuando, parecía afirmarse un contra-modelo de ecumenismo que pensaba hacer surgir la unidad desde abajo. Hoy, tal vez con más realismo, se vuelve a comprender que la unidad es algo que viene de lo alto, no la podemos construir nosotros. El ecumenismo debe entenderse como el intento de dejar a Dios aquello que sólo Él puede hacer, es decir, a través de las divisiones y los pecados, llamar al hombre a la unidad con Él.

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Hoy se habla mucho de ecumenismo pero parece que hay muchas interpretaciones diversas de esta palabra, a veces incluso contradictorias. ¿Pero cuál es la interpretación correcta?

 

En general, el ecumenismo toma como afirmación de base aquella contenida en el capítulo 17 de Juan, dentro de la gran plegaria de Jesús antes de su Pasión: “Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros”. Jesús mismo, por lo tanto, invoca el don de la unidad de lo alto, también porque Él veía las divisiones existentes, que constataba entre los judíos de los cuales era hijo. Por lo tanto, en cierto sentido, la preocupación por la unidad le venía ante la constatación de la realidad. Tantos grupos, facciones, contrapuestos entre ellos, que los Evangelios – y Juan – documentan bien.

 

Y por eso el Señor, en cierto sentido, preveía, presentía, que no habría sido muy diverso tampoco para sus discípulos. Y de alguna manera Él comprende que sólo un don de lo alto, un don abundante, el perdón, habría limitado los efectos de aquella culpa original que ha provocado la división. No hay que olvidar tampoco en el ecumenismo que la unidad visible no existe porque existe el pecado. Como decía Ireneo, “donde hay pecados existe la multitud, no la unidad”. Por otra parte, el pecado es una realidad al punto que en la liturgia pascual, en el canto del Exultet, se lo define al pecado de origen, una culpa feliz, felix culpa, casi un hecho útil. El mismo san Pablo en la primera carta a los Corintios (11, 19) dice textualmente que “es necesario que haya divisiones entre vosotros”. Impresiona que para el apóstol sean necesarias las divisiones. Podría parecer una contradicción: Jesús afirma la unidad que viene de lo alto, San Pablo de algún modo afirma que hay divisiones. Nosotros estamos lejanos en el tiempo pero vemos las divisiones reales de los cristianos, las históricas y las sutiles que pasan incluso dentro de cada confesión. Y entonces comprendemos realmente que las divisiones tal vez no las podremos quitar al menos hasta el fin de los tiempos. Porque es a través de ellas que debemos entender que la unidad no es algo que construimos nosotros. Es un don, es un perdón, porque si no hay perdón, no puede existir ninguna unidad. Bien lo saben los esposos.

 

Se debe reconocer que la realidad, contaminada por el pecado, produce divisiones, que deben ser continuamente atravesadas sin pretender esconderlas o amortiguarlas en nombre de una unidad imposible. Sino comprendiendo que nadie, ni católico ni protestante, puede imponer al otro algo que el otro no es o no tiene. Debe nacer desde el interior la escucha de todo lo que de verdadero y de bueno existe en el otro para que crezca el don de la unidad que, no obstante, nos viene de lo alto.

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Muy a menudo, hablando de unidad de los cristianos, se hace referencia – incluso teólogos católicos – a una ideal “federación entre las Iglesias”, todas al mismo nivel. Pero el objetivo del ecumenismo para la Iglesia católica es bien distinto.

 

La concepción que usted describe es exactamente lo que intentaba decir cuando hablaba de la idea de una unidad que se quiere construir desde abajo. Se hacen muchos esfuerzos, que no conducen a nada, para luego replegarse en una suerte de federación: nos ponemos todos juntos, cada uno sigue siendo lo que es y vamos para adelante. Me pregunto por qué luego, entre estos esfuerzos, está el intento de hacer cambiar de naturaleza a la Iglesia Católica.

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¿Puede dar algún ejemplo? (mais…)

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(Fotos de S.E.R. Athanasius Schneider pondo em prática o espírito do Novo Movimento Litúrgico Beneditiano: , )

A reforma da reforma promovida pelo Santo Padre é uma obra que vai avançando lentamente por lhe faltar, até ao momento, o necessário apoio por parte da hierarquia episcopal. Apesar de a maioria dos prelado se manter numa atitude de quem fica à espera, alguns houve que optaram por se lançar com entusiasmo e obediência na promoção do novo movimento litúrgico desejado por Bento XVI. Para nós, é uma alegria poder apresentar-lhes esta semana a primeira parte de uma conversa com um desses prelados, Sua Excelência Reverendíssima, o Senhor Dom Atanásio Schneider, bispo auxiliar de Karganda, no Cazaquistão, e autor do livro “Dominus Est”, sobre o rito da Comunhão — publicado em Portugal em Setembro de 2008 pela editora Caminhos Romanos – Unipessoal, Lda. (para informações, ac.azeredo@hotmail.com) e, no Brasil, em Maio de 2009, pela editora Raboni. É precisamente sobre esta questão da Comunhão que o Senhor Dom Atanásio nos hoje vai falar.

1) Antes de mais, será que o Senhor Dom Atanásio nos poderia apresentar a ordem religiosa a que pertence: os Cónegos Regulares da Santa Cruz, também conhecidos pelo nome de Cónegos de Coimbra?

S.E.R., Senhor Dom Atanásio Schneider: A ordem foi criada no ano de 1131, em Coimbra, em Portugal, por Dom Telo e São Teotónio, o primeiro português a ser canonizado. Fundaram-na com outros dez religiosos e optaram por seguir a regra de Santo Agostinho, pondo-se sob a dupla protecção da Santa Cruz e da Imaculada Conceição. A ordem conheceu logo um rápido crescimento.

Também ele português de nascença, Santo António de Pádua, chegou a pertencer à ordem antes de se juntar aos franciscanos. Em 1834, o governo português interditou as ordens religiosas. Sem embargo disso, para a Igreja, uma ordem só se considera extinta 100 anos após a morte do último dos seus membros. Tendo em conta esta disposição, o Primaz de Portugal decidiu relançar a ordem logo após o fim do concílio Vaticano II. O seu renascimento foi aprovado em 1979 por um decreto da Santa Sé, assinado pelo Senhor Dom Augusto Mayer, que então era o Secretário da Congregação para os Religiosos.

A ordem dedica-se à veneração da Santa Cruz e dos anjos, estando particularmente ligada à obra levada a cabo pelo Opus Angelorum. Tendo nascido na Áustria, em 1949, o Opus Angelorum veio a originar em 1961 a Confraria dos Anjos da Guarda, que tinha a vocação de reunir os “irmãos da Cruz”. A fundadora do Opus Angelorum, uma humilde mãe de família austríaca, Gabrielle Bitterlich, queria trazer uma ajuda espiritual aos sacerdotes e participar na expiação dos pecados destes através da prática da adoração eucarística.

O Opus Angelorum, depois de ter sido alvo de várias intervenções por partes da Santa Sé, com o intuito de clarificar o seu funcionamento, veio por fim a tornar-se, depois de 2007, na ordem terceira dos Cónegos Regulares da Santa Cruz.

A ordem conta com 140 membros, dos quais 80 são sacerdotes, e está presente na Europa, na Ásia e na América.

No seio da ordem, a Missa é celebrada de acordo com o Novus Ordo, mas “versus Deum”, sendo a comunhão distribuída segundo a forma tradicional, a mesma que o Santo Padre pôs em lugar de honra nas cerimónias a que preside: comunhão na língua estando os fiéis ajoelhados. Com esta opção, a ordem perpetua também a memória da fundadora do Opus Angelorum, que já muito sofrera com a generalização da comunhão na mão.

2) Senhor Dom Atanásio, foi este especial respeito pela Eucaristia que o incitou a entrar na ordem? (mais…)

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Antonio Cañizares: “Solo la vida litúrgica podrá volvernos verdaderamente a Dios” Publicado el 25.02.2011

Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos

(Texto: Antonio Pelayo. Fotos: Grzegorz Galazka) Antonio Cañizares es un hombre afable, sencillo, en cuya mirada relumbra de vez en cuando una chispa de picardía y, siempre, un resplandor de inteligencia. Han pasado poco más de dos años desde su llegada al frente de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y estas cualidades le han dado autoridad entre sus “colegas” de la Curia, que no son un público fácilmente indulgente, y le han abierto muchas puertas, incluso las menos accesibles. Es cosa sabida en Roma que traspasa con alguna frecuencia las del “apartamento” privado de Benedicto XVI.

Esta entrevista ha tenido una negociación fácil. Se le planteó hace ya algún tiempo y su respuesta inmediata fue positiva. Hubiéramos querido aprovechar la fecha de su segundo aniversario como prefecto de la Congregación, pero se retrasó. El cardenal no ha soslayado ni una sola de nuestras preguntas y preferimos que pusiera por escrito lo que hemos hablado en más de una ocasión cara a cara. 

Ya lleva en Roma suficiente tiempo para transmitirnos un balance personal de este período. ¿Cuál es? (mais…)

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